Lo había escrito Pessoa,
“Mi patria es la lengua”. Juan Gelman lo dijo en una entrevista a El País desde
Pekín en 2009, “(…) pero solo tengo una patria, la lengua (…)”. Sabina lo
repite de vez en vez, “Mi lengua es mi patria”. Todas estas frases encierran el
sentido de pertenencia que genera en nosotros el idioma y que se potencializa
en aquellos que usamos la palabra como medio de sublimación artística; mi
lengua es donde habito, yo agrego.
Sin embargo, no para
todos los hablantes es así, aunque debería. La lengua nos da esencia, es el más
remoto tesoro que encierra aquellas convivencias de infancia, con nuestros
padres, abuelos, hermanos, amigos con quienes, a través del lenguaje,
comenzamos a conocer el mundo. Conocer es nombrar. Aprender que una silla se
llama silla y que un balón se llama balón. Sin embargo cuando crecemos, los
embates sociales, sobre todo en la actualidad, conllevan en muchos casos que la
lengua materna sea un estigma de retraso o de vergüenza, erróneamente.
Por esta última razón
resulta tan importante conocer la exposición “La escritura del hñähñu a través
del tiempo”, un trabajo de investigación de la Dra. Verónica Kugel. La muestra
rescata documentos y publicaciones que dese un pasado remoto dan testimonio de
la vida que ha tenido esta lengua materna que tienen su mayor parte de
hablantes en el Valle del Mezquital. Los expertos dicen que para que una lengua
originaria pudiera considerarse un idioma no sólo debe tener reglas ortográficas
y gramaticales, sino también generar literatura, es decir, su expresión
escrita. El hñähñu es un idioma batiente. Nos sólo tienen una cantidad estimada
de 250 mil hablantes en Hidalgo, sino que en ningún momento de la historia
mexicana ha sido ajena de la escritura.
Desde códices, pasando
por catecismos coloniales, cartillas de salud, libros de texto escolares,
gramáticas, artes de hablar, poesía cuento y hasta libros que hablan de temas
tan “ajenos” a nuestro folklor como el ajedrez o la nanotecnología, son algunos
de los más de 150 ejemplos de que el idioma hñählu u otomí se mantiene en buena
forma.
¿Por qué entonces creemos
que está en desuso? ¿Por qué tenemos la impresión de que es una lengua arcaica
y cercana a su extinción? Por un prejuicio. Por un lado, de la sociedad moderna
que reprueba de fato todo aquello que parezca peculiar y que sea difícil de
adoptar; e moda siempre se pondrá aquello que sea fácil de reproducir, de
copiar, si algo requiere de un esfuerzo mayor o está relacionado con una tradición
que no todos tenemos, nunca estará de moda.
El segundo prejuicio
deriva del primero; las nuevas generaciones de hablantes, muchachos bachilleres
o universitarios, prefieren ocultar su herencia lingüística para no exponerse a
la descalificación de aquellos que ven en lo homogéneo su particularidad. Pero,
aunque parezca difícil de creer, esta comunidad de hablantes ocultos despide
destellos de orgullo llenando las redes sociales de mensajes en su lengua
materna, con la salvedad de que la ortografía, como ocurre en los modernos
“escribas digitales” del español, es atropellada por las abreviaturas
incorrectas y los “emojis”.
La exposición “La
escritura del hñähñu a través del tiempo” pretende desempolvar la valentía de
las nuevas generaciones que solo hablan su idioma original los fines de semana
que regresan a comer con los abuelos y se atrevan hacer unos de las ventajas
que les permite ser bilingües, en algunos caso hasta trilingües; por ejemplo la
facilidad para aprender francés que tienen un hablante de hñähñu por ser ambas idiomas
guturales; o la apertura de visión de quien puede formular en su cerebro frases
en dos idiomas distintos reconociendo en cada estructura una cosmogonía particular.
La exposición, impresa en
modernos y prácticos materiales por la Secretaría de Cultura de Hidalgo, está
recorriendo las universidad públicas sectorizadas a la Secretaría de Educación
Pública y es un esfuerzo para que la juventud hablante de lenguas originales,
no solamente del hñähñu, puedan mostrar al mundo su patria, y el orgullo que
les provee, en cada vocablo que descubran el mundo en el que viajamos al
futuro.
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