viernes, 30 de agosto de 2024

"Hablan despiertos", una charla a tres bandas 1/2


El pasado miércoles 28 de agosto se presentó en la FUL 37 la novela “Hablan despiertos” del escritor mexicano Ricardo Stern (RS); los comentarios corrieron a cargo del escritor hidalguense Rogelio Perusquía (RP) y quien esto escribe (ACh). A continuación la primera parte del condensado de esa charla.

ACh: Quisiera empezar por decir que tu novela “Hablan despiertos” me parece muy visual. Es entendible por tu oficio de hacer jardines. En ese sentido, la novela inicia con la descripción detallada delas habitaciones de un departamento. ¿Para ti, que peso tienen en la historia de una novela, los ambientes donde se sucede?

RS:Aparte de que estudié arquitectura del paisaje, porque efectivamente me gusta crear ambientes, a veces no solo en los libros, sino también en la realidad, esta novela nació en un ambiente específico, en un momento no muy bueno hace once años; como que después de una temporada en que me estaba yendo muy bien de pronto por una enfermedad se acabó todo eso y tuve que irme a vivir a un lugar horrible, donde además no cabían mis cosas y tuve que meterlas en un pequeño todas amontonadas. En ese habiente deprimente fue que comencé a escribir esta historia. Efectivamente la novela empieza con la descripción de un ambiente como en el que yo vivía y un personaje que de pronto aparece en este ambiente…

ACh: Que también está desordenado…

RS: Exacto, que también está desordenado y la novela es la idea de como va a ir buscando reducir ese desorden.

RP: De hecho, sobre esta historia, que es un entramado muy profundo donde la menor clave altera el destino del lector y de la historia, Ricardo se da algunas licencias para, a través de sus personajes, discutir sobre algunos temas interesantes. Por ejemplo, hay en este libro una discusión que me parece brillante sobre la violencia en la voz de un personaje:

“Otra variable, inservible y cerril, de la maldad es la violencia. Y mientras menos sangrienta, peor. Es decir, si se ha de ser violento, que sea hasta el fin, hasta lo más remoto. Dar unos grititos o usar palabras soeces y ofensivas es más bien ridículo. Pero he llegado a comprender que hasta el asesinato, incluso si se arrastrare el cuerpo de la víctima por toda la ciudad, en ese nivel de cólera antigua y noble del pelida Aquiles, es poca cosa. No deja de ser común, casi ordinario, eso de estar matando personas. Me habría gustado descubrirlo inmediatamente después de mi primer asesinato, pero no fue así. Tarde vine a comprenderlo. Me parecía, entonces, como cree la gente, que el homicidio es la culminación de la maldad. Primero, como todo novato, intentaba justificarlo, bien que fuera sólo estéticamente. No es tema nuevo el homicidio como acto bello, si se le despoja de todo elemento moral y se deja sólo la sangre, la escena en su conjunto, la mirada de la víctima, la solemnidad del momento, el tiempo que parece detenerse –y se detiene, de hecho–, el suspenso, y qué sé yo. Süskind encuentra una justificación interesante: preservar el aroma. Vale la pena matar a una mujer hermosa para preservar su perfume. Es hermoso, y, sin embargo, en cierta forma es tan genuina la justificación que de pronto desaparece la maldad del acto. Desde el punto de vista literario, es genial haber creado un personaje malo que no lo pareciese, pero, paradójicamente, al empañarse su mal- dad, comienza a parecerme menos interesante para la vida real. Pues si Grenuille buscaba el perfume puro, la esencia misma, yo también busco un acto de maldad pura. Pero con refinamiento.”

ACh: Esto que acaba de leer Rogelio, me lleva a otra cuestión que también me salto a la vista en tu novela. Este personaje que parece todo inofensivo está empeñado en escribir una historia sobre la maldad.

RS: La idea original ea escribir una novela sobre un personaje que se vuelve malo y que se dedica a justificar esa maldad, porque le pasan muchas cosas malas con chicas con las que intenta salir hasta que dice “como que la vida es para los malos y yo me voy a volver malo”. Así que quería crear un personaje que fuera malo, pero desidioso, inepto para la maldad; sí hacía cosas malas, pero al final acababa dándole flojera, porque para hacer el mal necesitas tener cierta iniciativa…  

RP: incluso hay un momento en la novela donde el personaje ya no puede ser peor porque ya le da hastío, dice “yo quería ser malo, pero ya no puedo…"

RS: Exactamente, porque necesitas mucha determinación y ni eso tiene. La idea original era hacer una novela sobre ese personaje y de repente me di cuenta de que se me empezaba a complicar y además, como les decía, estaba en un mal momento, en una enfermedad que me llevo a un bloqueo creativo y pues no lograba concluir esta novela. Entonces poco a poco fue surgiendo una nueva idea: que pasa si hago una novela de como un escritor quiere escribir esa novela, pero no puede (dije, eso va a ser más fácil porque por lo menos es lo que me está pasando y solo tengo que describirlo) y en efecto nunca se concluyó la novela del personaje malo, pero si la otra, es decir, la de como se escribió la novela del personaje malo. Esta novela que quedó, que es “Hablan despiertos” contiene los fragmentos que ya había escritor de la otra y lo que empezó a hacerse interesante fue la vida del personaje que la estaba escribiendo: un escritor que también está enfermo (obviamente tiene rasgos autobiográficos) y que ha sufrido una pérdida, su novia desapareció, y eso lo lleva a una crisis tal que empieza a hablar con los muertos y nunca sabes si son alucinaciones o no. 

RP: Precisamente es una de las partes más interesantes que quería comentar, lo bueno es que Ricardo solito comenzó a hablarles de gente loca que habla sola:

“ –No. La incompatibilidad absoluta entre ambos mundos se nota en que si la poesía suena a terapia es mala, malísima, espeluznante. Y si la terapia suena a poesía, el terapeuta no tardará mucho en acabar también viviendo en una vecindad pobre, usando siempre el mismo saco y bebiendo William Lawsońs para aliviar un poco las penurias de la pobreza y la locura. La terapia ama los conceptos vacíos como “crítica constructiva”, “superación personal”, “cultivar sueños”, “pensamiento positivo”, “la fuerza interior”. El poeta, en cambio, sufre un colapso nervioso cada vez que oye este tipo de léxico, y comienza a echar espuma por la boca y decir palabras pesadas como piedras para reemplazar aquellos infames vocablos. Grita, como poseso: “guerra, náusea, asco, volar, ¡volar!, el rayo sangriento de la luna, ¡pecado!, brillo que a consolar no alcanza, los muertos aún mendigan, quiero escarbar la tierra con los dientes / quiero apartar la tierra parte a parte / a dentelladas secas y calientes...” El terapeuta, querida señora Paredes Faber, hace lo posible por no ofenderte. El poeta agarra con su propia mano tu pus y te la embarra en la cara. Sí, el poeta es un poseso, un delirante alienado desvariado excéntrico disparatado imprudente degenerado ridículo, que exorciza. El terapeuta es un hombre bueno, sano y normal que, simplemente, puede acabar por enfermarte el alma si duras lo suficiente acudiendo a las sesiones.”

Aquí me saltan dos conceptos que creo que vale la pena recordar y que Ricardo señala como “términos vacíos”: “crítica constructiva”, “superación personal”, “cultivar sueños”, “pensamiento positivo” y “fuerza interior”; términos absolutamente vacíos.

RS: Esto es un diálogo entre el escritor y un personaje de la novela que está escribiendo, como parte de estas alucinaciones que comentaba antes. Este personaje es una señora, básicamente insoportable, a quien el otro personaje, el malo que no es tan malo, asesina; dice, dentro de lo malo de ser malo voy a escoger por lo menos gente insoportable, no voy a matar a cualquiera. La señora es una persona que tiene mucho dinero, todo le sale bien y para esa gente todo es positivo y todo es fácil: “yo nomás decreto y gano dinero”.  Esta discusión que tienen el escritor, que se llama Andrés, y la señora Paredes Fabre, que por cierto está inspirada en una clienta real que tuve cuando hacía jardines. La discusión se pone cada vez más apasionada, más acalorada sobre lo que el escritor llama “la terapia” versus “la poesía”. No digo que no haya que ir a terapia o que la terapia es mala, se refiere a cierto concepto de esa filosofía positiva, esa es la crítica. Hay que ir a terapia con un profesional no con un charlatán de esos que mezclan nociones científicas de “decretar”.

viernes, 23 de agosto de 2024

Una manzana en trozos o la poesía de Sebastián Montiel


Hace unos días durante un taller de modernidad poética en el que participo como estudiante, atribuí al poeta equivocado unos versos muy conocidos: “Hoy me gusta la vida mucho menos, / pero siempre me gusta vivir. / Ya lo decía.” En un principio creí que eran de Benedetti, tras dudarlo un momento aseguré que eran del chiapaneco Sabines. El lector sabrá disculpar la pifia literaria que cometí y la cual tarde varios días en identificar; los versos pertenecen al gran César Vallejo. Sin embargo, confundir esos versos, que son algunos de mis favoritos sobra decir, tienen como origen que es la vida y la condición en que la vivimos los poetas, el lei motiv primigenio de la creación poética. Desde el ya mencionado Vallejo, pasando por Pessoa, Whitman, Baudelaire, y un largo etc., los poetas se muestran como seres heridos de realidad, enfrentados, en una dualidad que toca en la otra orilla la fascinación, con la época que les ha tocado vivir.


Caída tras caída / Me iba doblegando / como una planta marchita / por la sequía de la desesperación.


Por tanto Sebastián Montiel se manifiesta como un poeta en esa estirpe esencial da cuenta de su propia lucha, que en su caso, tiene dos frentes, el mundo que le rodea, y la particular condición física que le ha determinado en ese mundo. Abordo primero las batallas con el exterior.


(…) soplamos al invento de las discordias de las leyes cotidianas / y unos a los otros se arraigan en la quejumbre (…)


Sin ser el rasgo principal, me alegra encontrar en este nuevo poemario la crítica propia de quien no se encuentra agusto en el mundo, rasgo inequívoco del artista, que determina el carácter de rebeldía que todo escritor debe de portar como arma de cargo; es la necesidad de transformar la realidad que despreciamos en el arte que nos haga reflexionar.


Los aludidos van por ahí, / convenciendo votos a cambio de promesas; en la hielera, los afluentes del gentío.


Pero el enfrentamiento con el mundo “de afuera” parte de su contemplación, de la influencia que provoca en nuestros sentidos, en la experiencia vivida que tenemos de aquello que nos toca, que nos seduce el paisaje; a más pura usanza del poeta ingenuo de Schiller, no entendido como el vate bobalicón, por el contrario, aquel que ha quedado atrapado en el poder de la naturaleza y desata a partir de ella sus pensamientos y sus emociones.


(…) mi rostro en aquel día de campo / con el viento que me hacía de nuevo compañía / moviendo en sinfonía las copas de los árboles.


La noche se despedaza en sus riberas / cuando la marea se eleva en un instante, / y la luna / lame / un trozo de océano.


Es aquello que conmueve al poeta el punto de partida para hablar de la divinidad, por un lado del poeta como creador absoluto de su poema, donde impone las lindes de lo imaginado y lo vivido, por otro lado, la presencia indescriptible y permanente del creador de todo lo conocido y por conocer, como el alter ego de quien busca la liberta en lo que escribe.


(…) alguien mostró su silueta / lo sentía a mi lado, / tocaba su mano / y estaba todo en calma, / no quería despertar, / ligero yacía / como un pájaro en vuelo.


Esa conciencia de la fragilidad propia es el punto donde las visiones del universo exterior e interior se encuentran. En este su segundo poemario, Sebastián alza la voz como quien ha encontrado el sonido perfecto para su alma, el sonido de los versos que son dictados a la conciencia desde un lugar remoto para ser transformados con la voz interior que nos acompaña en todo momento, permitiéndonos a los poetas narrar las cicatrices que nos custodian de por vida.


Estoy bien adaptado a ese cuerpo sin control preciso, / Aunque a veces, me rebelo / como si fuéramos tigres / combatiéndonos a garras por el pantano sosegado


El poeta Montiel ha descubierto que cada poema es una declaración ideológica, sentimental de aquello en que cree y en lo que ha fundado la religión de la resistencia y la resiliencia como proverbios inherentes de la discapacidad motora que lo apresa, sabiendo con certeza que alzar la voz, alzar el verso, es la única manera de vencer y conquistar la vida plena.


Retoma las pancartas del manifiesto / corriendo en las arterias del tiempo; / no pares, no pares / que a los alevosos segundos les vale.


En estos Manifiestos, Sebastián Montiel se confirma como un poeta de cepa, uno de los jóvenes autores que más busca el oficio y que en esa pesquisa desbordad comienza a labrar un estilo y su arte poética, la manera en que mira la poesía como forma de expresión, pero también como forma de vida, la vida del poeta que no se da tregua para nombrar la belleza.


Un buen día / y el poema / enmarca su fin / al crepúsculo.


Pero las palabras que este poeta va labrando tiene como telón la soledad y el silencio, estancias imprescindibles para aquel que se sabe acompañado en las letras; el del poeta es un oficio ingrato, requiere intimidad para forjarse y compañía para esparcirse, la compañía de los lectores que descubrirán sus palabras en la mudez de estas páginas parlantes.


Te veo desde la ausencia del ruido, // ingiero un sabor de calma / que va deslizándose / como un anfibio sin ojos / en mi garganta (…)


Este poeta lo es no sólo por el estilo que ha elegido para expresarse (o es el estilo quien elige al autor, eso dicen los que saben), este autor que hoy nos convoca es poeta porque conserva en su decir los temas esenciales desde que el primer verso se escribió en el planeta: el amor, la pasión, el olvido, pero también la ciudad y la noche.


Noche sin palabras, retumbante, / como la melancolía tormentosa; / submarinos que nos advierten / de las corrientes sin censura.


El dolor parece permanentemente en sus versos. Ese dolor físico que se soporta por el dolor del alma, de un corazón maltrecho de rechazo, de la indeferencia y del desprecio que el mundo tiene por los poetas y por aquellos seres de condición aparentemente frágil, distinta, amenazante.


Dejo caer el sufrimiento / en el blanco trino del violín (…)


Las cinco partes en que está dividido este poemario son también una alegoría poética, la cual está confirmada en uno de los poemas de la colección. Tal vez el poeta no fue consciente y no se percató de que en el poema Manzana verde estaba describiendo sus afanes y la intención oculta en ellos. No me extraña que estos versos no revelaran su naturaleza premonitoria ante sus ojos; es suele ocurrir en un libro que adquiere vida propia y se le escapa de las manos a quien lo escribe.


El tiempo toma un trozo, me hace compañía. / Cae en el piso un trozo, un perro viene y lo devora. / Un pájaro llega a la ventana de la cocina, y le invito un trozo. / Mi madre se come un trozo, ni la vi. / Una niña pelirroja toma un trozo, y se va al colegio. / Trozo, te encontré en un amuleto y te comí.


Los poemas de Sebastián Montiel son trozos que se escabullen en el tiempo, que alcanzan al más distraído y lo acompañan sigilosamente, que apabullan con su sabor y su olor, es decir con su belleza, y que al fin de cuentas logran su cometido: que los manifiestos nos alcancen a todos, nos llenen de sabiduría y nos lleven a un lugar donde pertenecer, como la manzana del paraíso, como la manzana que comí esta mañana antes de salir de casa.


Van y vienen los manifiestos; / se estacionan en todas partes, / rompen silencios, / se destrozan en adyacencias, / vuelan y saltan / de patria en patria. 

viernes, 16 de agosto de 2024

Adelanto de “Transeúnte solitario”, el libro

Durante estas horas y los siguientes días se estará maquilando, en las entrañas de una imprenta pachuqueña, mi nuevo libro. Se trata de una compilación de algunos textos periodísticos que resumen los más de 28 años en que he tenido la fortuna de ejercer esta profesión maravillosa. La recopilación aparece el próximo 27 de agosto y ya se encuentra en periodo de preventa. Para antojar a los lectores, comparto el prefacio que escribí para introducir el volumen. Ojalá les anime a adquirirlo y, lo más importante, leerlo.

“La primera vez que me publicaron una nota fue en 1996, en la sección cultural “Estaciones” del diario pachuqueño Visor, la cual aparecía los domingos. Se trataba de una pequeña reseña sobre “El efecto tequila”, aquel concierto con que se presentaba el álbum homónimo en el que la querida Betsy Pecanins hacía fusión del blues y la música mexicana. El jolgorio musical había tenido lugar en el Teatro de la Ciudad San Francisco y causó tal asombró en mí que no pude evitar el impulso de escribir sobre ello. Cuando la terminé, se la llevé a los editores, Roberto Herrera y Andrés Torres, a quienes semanas atrás había abordado con la ilusión de publicar mis poemas en dicho suplemento, lo cual por fortuna ocurrió. Así que, conociendo el obcecado temperamento propio de la juventud que entonces me caracterizaba, publicaron también la reseña.

“A partir de ahí, tuve la suerte de tener trabajos donde pude ejercitar el periodismo cultural. En 1998 comencé a escribir reseña cinematográfica para una sección de cine que tenía todos los viernes en el programa matutino del Canal 3 (Radio y Televisión de Hidalgo), un años más tarde, me invitaron a conducir una revista informativa que el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo tenía en la radio estatal 98.1 FM., iniciando también mi actividad como locutor, prioritariamente de programas de corte cultural, actividad que he desarrollado hasta la fecha.

“Fue hasta 2005, cuando me invitaron a colaborar con una columna en una revista, se trataba de “Vía Libre”, un semanario de corte mayoritariamente político que abría espacio para los asuntos culturales de la mano de Luis Frías como editor de esos asuntos. Fue ahí que apareció la columna titulada “La fuga de Dios”, y que aparecía en la última página del semanario. El nombre, una ocurrencia de mi colega Carlos Muñoz detonada por la portada de mi primer poemario (la fotografía de una mujer con el torso desnudo que abraza un crucifijo negro, obra de Enrique Garnica), tenía el concepto de despedir al “dios” de la revista, es decir, el lector (iluso yo que no sabía aún que los dioses de las publicaciones periódicas son los anunciantes). Aquella aventura duró algún tiempo hasta que la salida de Luis del semanario canceló la continuación. Fue en ese momento, que comencé a escribir un blog con el mismo nombre de “La fuga…” y que al paso de un par de años cambió de nombre por el de “Transeúnte solitario”; menos blasfemo e inspirado en una canción del compositor y cantante español Manolo García. 

“El blog me permitió ejercitar libremente el periodismo cultural, a la par de colaboraciones que me pedían de distintos medios: una entrevista por aquí, una reseña por allá, la semblanza de un escritor famoso por acullá, la nota del fallecimiento de un personaje para el más allá, etc. 

“Un caso particular fue el de El Sol de Hidalgo, periódico donde escribí durante casi cuatro años (2014-2017), reseñas literarias en su sección de Cultura; el aporte semanal se distigía con el nombre de “La hoja y la mirada”, siendo el único caso en que el “Transeúnte…” usó un heterónimo para presentarse a los lectores.

“Los medios en los que he tenido la oportunidad de colaborar en estos años son los diarios: el ya mencionado Visor, Cambio 21, Plaza Juárez, Sol de Hidalgo y Síntesis de Hidalgo; en las revistas: Vía Libre, ESEconomía (IPN), Visión Latina, Mala Vida (Cuernavaca), Impulsa (revista de la Salle Pachuca), La cabeza del Moro (Zacatecas), Convocatoria (Tepeji del Río),  Los hijos del alebrije, Reloj del Viento, Sabia Contemporánea, Amexfil (revista especializada en filatelia de CDMX), Yeibo, Óptica y 451 EFE; así como numerosos sitios web sin olvidar los años de RTvH donde fui de todo: actor, reportero, conductor de noticias, guionista, productor, realizador y como ya dije, locutor.

“Los textos contenidos aquí, 118 en total, son una selección personal de lo realizado en todos estos años y en todos los medios arriba mencionados. Son el resultado del gozo y el asombro que me ha implicado las pasiones que me han acompañado desde la juventud: la música, el cine, la fotografía, el teatro y la literatura; está última, estocada final que ha determinado mi vida. 

2Quiero agradecer a los colegas y amigos que me han acompañado en estos años y que han fungido como directivos o editores de los medios donde he participado: los ya mencionados Roberto Herrera, Andrés Torres, Luis Frías, pero además Alma Baños, Enrique Olmos de Ita, Aidée Cervantes Chapa, Yannina Romero, don Adalberto Peralta, Daniel Fragoso Torres, Ricardo Venegas, Manuel R Montes, don Carlos Sevilla, Francisco Curiel, Eddy Salgado, Luis Corrales Vivar-Cravioto, Salvador Franco, Alejandro Grossmann, Aurora Oliva, Javier Peralta, Rolando García, Mónica Hidalgo, Georgina Obregón, Eduardo Villegas Guevara y Víctor Roura. Si he olvidado a alguno, desde ahora pido perdón, sin merecerlo.”

jueves, 15 de agosto de 2024

Inicia preventa del libro "Transeúnte solitario [crestomatía periodística]"

¡Inicia la preventa!



Queridos amigo,


Hoy iniciamos con la preventa de mi nuevo libro: Transeúnte solitario [crestomatía periodística].

Se trata de una selección representativa de 21 años de estar escribiendo mi columna semanal con temas relacionados con el arte y la cultura. El libro incluye entrevistas, semblanzas, crónicas, opinión y reseñas de libros, música y arte. 

Dentro paran encontrar textos racionados con autores hidalguenses como: 


Gonzalo Martré

Ignacio Rejo Fuentes

Efrén Rebolledo

Arturo Trejo Fuentes

Agustín Ramos

Yanira García

Omar Roldán

Aidée Cervantes Chapa

Agustín Cadena

Xiko Jaen

Venancio Neria

Alfonso Valencia

Rafael Tiburcio García

América Femat

Octavo Jimenez

José Antonio Zambrano

María Elena Ortega

Jorge Antonio García Pérez

Ignacio Rodríguez Galván

María Ruiz

Federico Arana

Christian Negrete

Diego Castillo

Hans Giébe

Daniel Olivares Viniegra

Ilallalí Hernández

Juan Carlos Hidalgo

Enrique Rivas Paniagua

Alejandra Craules

Ramses Salanueva

Ricardo Garibay



De artistas como:

Sixto Valencia Burgos

Gabriel Vargas 

Benjamín León Estrada

Quino

Rius


De creadores adoptados como:

Verónica Ituarte

Torgeir Rebolledo Pedersen

Daro Soberanes

Cohutec Vargas Genis

Juan Galván Paulin

César Kostia


Y autores que siempre me ha interesado como:

Carlos Fuentes

Gabriel García Márquez

Julio Cortazar

Mario Vargas Llosa

Salman Rushdie

Rafael Pérez Gay

Carmen Boullosa

Paul Auster

y un no muy largo etc.


Si les interesa conocer el contenido, les pido que me apoyen comprando un ejemplar y/o compartiendo esta información.


¡¡¡Así me ayudan a sacarlo de la imprenta la próxima semana!!!


Los pedidos serán cubiertos a partir del 28 de agosto, entrega gratis en Pachuca y su zona conurbada.  Para pedidos fuera de Pachuca, cotizamos envío por correos de México.


De ya les mando un abrazo de agradecimiento.

viernes, 9 de agosto de 2024

Capturar la identidad en los instantes

La fotografía es un arma contra el olvido; al mirarla, una imagen abre fuego en nuestra mente y deja una huella indeleble en la memoria, o también, trae a cuentas un momento vivido, atesorado en esa luz capturada en algún lugar del pasado y que por desconocida razón permanecía recóndito dentro de nuestra mente. Pero la fotografía, el ejercicio fotográfico, quiero decir, es también una herramienta para el reconocimiento, la indagatoria, la reivindicación de lo que somos migrándonos en las imágenes de lo que hemos sido. Es un sumergirse en la vida que compartimos con otros por razones temporales, geográficas, culturales, o identitarias; es ahí donde la mano del fotógrafo, la mirada sería mejor decir, cobra importancia cuando su punto de vista deja testimonio del mundo que le rodea y al que pertenece, aunque sea sólo en el instante que captura. 

“Miradas del valle / La vida más allá de su contexto” es el testimonio gráfico de Homero Biñuelo acerca el mundo en el que no sólo ha participado al momento de accionar su cámara, sino el de un espacio-tiempo en el que él mismo es el devenir de una identidad ancestral y permanente: la del Valle del Mezquital. 

            Nacido en Pueblo Nuevo, Ixmiquilpan en 1979, Homero pertenece a una generación de hombres y mujeres que siguen sintiendo orgullo del terruño que les vio nacer y que, agradecidos por el esfuerzo sobrehumano que hicieron sus abuelos, abuelas, padres y madres, lograron alcanzar nuevas posibilidades que la capital del estado de Hidalgo e incluso en la capital del país. Todos ellos, cargaban en la maleta historias familiares, enseñanzas locales, leyendas regionales y decires que formaron su identidad a partir del idioma, la gastronomía y las costumbres; pero sobre todo, a partir de su particular forma de ver el mundo del pueblo ñähñu.

            El Valle del Mezquital viaja en la piel de quienes nacen y vuelven a él. Es un sino indeleble que se porta con orgullo y que ha vencido, para fortuna de propios y extraños, ese temor con que los pueblos originarios se ocultaban hace más de un siglo por no “embonar” en el México “moderno”. Por fortuna, y gracias a los pueblos como los que conforman el amplio esquema de orígenes del Valle del Mezquital y que alzaron la voz para enaltecer su estirpe y honrarla, podemos gozar todavía del arte, la cultura y las tradiciones que les fueron inculcadas; su origen y su identidad. Otros pueblos en el mundo, no han corrido con la misma suerte.

En esta colección fotográfica que Biñuelo nos presenta se puede sentir esa ufanía en la forma en que su mirada recorre su entorno. Hombres, mujeres y niños que siempre están trabajando y creando, urdiendo con sus manos el porvenir, buscando con la mirada el horizonte de vida, andando los caminos que los conducen al futuro sin dejar de ver el sendero recorrido del pasado; los ambientes son los memorizados por los sentidos, el calor abrasante, la tierra dura, el cultivo exigente del trabajo duro, la lluvia escurridiza, el candor y el compromiso de su gente; la benevolencia pues, del Valle amado.

Las imágenes van más allá del mero registro antropológico, cuentan historias que se sostienen en las costumbres, el vestido, los utensilios cotidianos, la arquitectura y los paisajes que envuelven a los protagonistas de cada fotografía. Son personas que marchan valientes por el tiempo, consolidando su pasado y visorando un futuro en el que sigan cubiertos por el calor de su identidad.

Con este libro, Homero Biñuelo se une a la importante lista de fotógrafos que nos han legado un variopinto registro del devenir del Valle del Mezquital: desde Fernando Benitez, Antonio Rodríguez, Berenice Kolko, David Maawad y Alicia Ahumada, hasta Ruth Lechuga, Christiane E. Kugel, Nyx Rodríguez, Erika Barquera y Jesús Peña Melchor, entre otros. Puntos de mira personales que contemplan desde el corazón la cosmogonía del Valle del Mezquital.


Paso cebra

El texto anterior es el prólogo que escribí para el libro de fotografías “Miradas del valle / La vida más allá de su contexto” de Homero Biñuelo Bautista, el cual se presenta este viernes 9 de agosto en su cominidad y en los próximos días en Nashville, Carolina del Norte en EE.UU. Enhorabuena.