Mi recuerdo más lejano es despertar en medio de la oscuridad, la sala de la casa de mis padres, con el televisor encendido, refulgente combatiendo con la oscuridad. Mi madre no estaba, había salido a comprar leche apostando porque el crío no despertaría, pero la larva obscena que era yo a los dos o tres años decidió aparecer en aquella tarde casi noche con un llanto de desolación. Sin embargo, no recuerdo haber sentido miedo, sino más bien algó más parecido a la soledad, una que no era del todo desagradable. Casi enseguida mi madre giró la llave e iluminó la estancia sin encender el interruptor. Mi recuerdo termina ahí, pero prevalece en mi memoria la luz de la pantalla de bulbos iluminando espasmódicamente los rincones de la casa que la oscuridad le cedía. Ante mí, sin entenderlo hasta muchos, muchos, años después, se presentó en aquella escena la dualidad del espíritu humano, el debate perpetuo, la predilección o resistencia que tenemos ante la luz, ante la oscuridad.
De esa recóndita esencia del espíritu humano trata “Blancura” la nueva novela del escritor noruego Jon Fosse (N. en 1959), galardonado con el Nobel de Literatura en 2023. Precisamente este libro apareció el año pasado en Noruega y por una suerte de cálculo editorial la tenemos desde diciembre pasado en español.
La historia inicia cuando un hombre maneja su auto sin un rumbo fijo, sin un destino aparente. El conductor gira a la derecha en esta calle a condición de que en la siguiente lo hará a la izquierda, en una concatenación mecánica que lo lleva a adentrarse en un camino boscoso que está cerrado por la nieve. Ahí, en ese destino al que su aparente indecisión le ha llevado tiene que tomar una serie de acciones para poder salir de ahí y para, aún sin saberlo, salvar la vida.
Nuestro protagonista, como un Robinson Crusoe condenado a naufragar en el bosque que se yergue ante él, va debatiéndose en decisiones que por más ilógicas que parezcan van trazando la ruta de sucesos que lo llevaran a adentrarse en la penumbra del bosque que lo reclama como propio. Mientras la tarde avanza y se transforma en noche, entre los árboles, ante el hombre perdido se aparece una luz, un ente mejor dicho, brillante, más blanca que la nieve, “resplandeciente en su blancura” que le provocará sensaciones que el autor utiliza como combustible para hablar del miedo, la memoria, los lazos familiares, el alma, la trascendencia, pero sobre todo de la esperanza.
Aunque breve (menos de noventa páginas) la novela es profundamente reflexiva en situaciones que podría parecer anodinas, pero que están cargadas de significados. Página tras páginas la atmósfera se va volviendo cada vez más intrigante y llega un momento que el lector cae en el mismo hipnotismo que envuelve al protagonista.
La Academia Sueca dijo al anunciar el premio que «La obra de Fosse es un enigma que da vida y esperanza a quien la lee. Ilumina el alma humana como sólo lo hacen los elegidos». Fosse publicó su primer libro en 1983 y a lo largo de una prolífica carrera ha sido comparado con Beckett e Ibsen, dos de los autores europeos que mejor exploraron la condición humana en el siglo XX; Fosse ha llevando la auscultación de la soledad y la desesperanza del hombre moderno a linderos que trastocan las fibras primigenias de nuestra humanidad.
Hacía el final de la novela, el protagonista reflexiona “Todo lo que se percibe, pues, de alguna manera tiene que ser real, sí, de alguna manera tiene que entenderse”. La verdadera cuestión es ¿cómo nos percibimos los seres humanos en este siglo que se desboca hacía su primer cuarto?, ¿sí lo descubrimos, o si ya lo sabemos, podremos entenderlo?
Paso cebra
Otra obra del nuevo Nobel Noruego que se puede encontrar ya en español es su novela más famosa, “Melancolía”, y este año aparecerán “Ales junto a la hoguera” y “Escenas de una infancia”; para quien le interese leer a este autor. Hasta la próxima semana.
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