Conozco de la mustia luz
y de la noche iracunda.
Sé del dolor y de las llagas
que fermentan bajo la piel.
Algo recuerdo de la forma
en que la prisa te fruncía el ceño;
mucho más
de la furia inverosímil
de tu ternura.
Hoy ignoro
los confines del silencio
que sostienen tus palabras;
las orillas de tu risa y sus acantilados;
tus bocetos frugales
si me sostuvieras una mirada.
Pero sobre todo ignoro
la línea con que tu cuerpo
la línea con que tu cuerpo
se ha ido bordando
sobre el viento.
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