Por Cohutec Vargas Genis
Reseña para la exposición pictórica.
Bermellones Dantescos
De Omar Rangel Merino
“La gente de nuestro tiempo no se ha visto nunca realmente
retratada y, por tanto, carece de un sentido visual de sí misma. Hoy, el
retrato es siempre directa o indirectamente fotográfico, pero la imagen del ser
más profundo del hombre ha dejado de existir.”
Odd Nerdrum
En la evolución humana, la
imagen del rostro en la conciencia del hombre lo alejó de su carácter de
bestia, para transformarlo en la posibilidad de un ser que conoce a partir de
sí mismo, el universo, al otro y la construcción de divinidad que cada quien
acepta para remanso en los tiempos
lúgubres de su existencia.
Nada existe en él,
que le permita el reconocimiento de sí mismo, que el reflejo de su
expresión en lo que conocemos como
conciencia, ahí, en ese instante, el ser
humano inicia el camino más difícil... el del autoconocimiento, labor que pocos
hombres terminan en vida.
Dice Jung, “Un hombre
que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones no las ha superado
nunca” la pasión aquí descrita, no es otra cosa que el reconocimiento de la
ambivalencia que escribimos a diario entre lo que queremos y lo que en verdad
somos, dentro y fuera de nuestra vida.
Así, el rostro, es la llave que poseemos para dibujar en la
mirada del otro, lo que queremos que piense, escondiendo o
revelando, a voluntad, nuestros demonios o nuestros ángeles que cotidianamente
se enfrentan en los infiernos que nos gobiernan.
La verdadera revelación de ésta obra, no está en los colores
agobiantes y densos, ni en los trazos que en ocasiones desgarran y en otras
delinean, ni en la textura que este joven pretende (a su corta edad) mostrar
violenta y estremecedoramente; por si fuera
poco todos estos atributos, Omar Rangel, rompe con la generación de lo
liso, lo fotogénico, lo limpio, lo plano, lo bonito, para traernos a la
realidad llena de escaras, escamas, cicatrices, charcos de lágrimas y sangre, y
utiliza para ello, el primer reflejo que se requiere para encontrar la
identidad que en estos tiempos de desarraigo ya ni siquiera se busca.
Dialogo con él y le
preguntó si conoce a los artistas de su región, apenas y los ubica, sin
embargo, logra lo que todos hemos buscado en años de trabajo: el reconocimiento
de la identidad en estos días de extravío digital y estupidez tecnológica, el
encuentro con nuestra esencia simplemente humana.
Veo en su obra la búsqueda del rostro que lo defina, pero al
hacerlo nos reta a definirnos o redefinirnos y ese ejercicio es el valor más
grande que nos comparte.
Entre demonios, ángeles, ilusiones, retratos, expresiones,
mitos y andróginos bucles, su obra se transforma en un laberinto de
posibilidades donde cada quien elegirá su salida o entrada más engañosa o más
asertiva.
Me revela sus influencias, Goya, Ressendi, Adolphe, pero el
artista aquí encuentra una renovación
subterránea, la de aquel pintor que retaría al arte moderno diciendo
-Soy un mendigo en el mundo de los otros- Odd Nerdrum.
Así el joven artista nos muestra este primer experimento que
tiene extremos, donde se busca y nos encuentra, donde dibuja y se retrata,
donde nos muestra quien no está frente a su obra, sino quien se encuentra en
ella.
Los miedos predominan en el trazo y el color, la
incertidumbre está en todas las miradas, los labios suplican y la tranquilidad
está ausente, y ahí quizá está la búsqueda mayor, la que hemos perdido en estos
tiempos de sangre, hierro y un cúmulo de “me gusta” que son el retrato de la violencia que todos
vemos fuera y nadie actúa para cambiarla.
Auguro para Omar Rangel Merino, artista de tierras Atlixcas,
un prometedor futuro en el agónico mundo del arte social y útil en la
construcción de la comunidad.
Pachuca, Hidalgo, marzo 2020.
PD. La obra se encuentra en la casa de los Aguilar, Una bella
casona en el centro histórico de Atlixco Puebla.
¡Visítenla!
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