viernes, 28 de febrero de 2020

Senza una donna


Foto: Malvestida,com

El título de hoy proviene de aquella lastimera pero pegajosa canción compuesta e interpretada por el músico italiano Zucchero, mitad Bob Dylan mitad Joe Cocker, y que se convirtió en una oda noventera para los despechados perpetuos (muchos lo éramos); su versión más famosa es una a dueto con el meloso cantante norteamericano Paul Young (terror de los diabéticos); incluso tienen una versión a dueto con fabuloso Sting (¡ver para creer!). Y miren que a mí, la canción me gusta.

Como sea, el título es un pretexto idóneo para reflexionar sobre lo que va a ocurrir el próximo lunes 9 de marzo. Nótese que no digo “lo que podría ocurrir”, dejando el futuro al caprichoso azar, sino la sentencia precisa de “lo que va a ocurrir”, porque algo serio va a ocurrir.

No se lea esto con un tono catastrofista, por el contrario, debemos observar detenidamente los hechos que ocurrirán el próximo lunes como testigos de una poderosa, tal vez la más poderosa de la formas de protestar de la que han echado mano las mujeres mexicanas en toda nuestra historia: su ausencia.

Parafraseando a Cortazar, “hay ausencias que son todo un triunfo” y las ausencias del próximo lunes lo son ya de antemano, al menos las de aquellas mujeres que desde ya están dispuestas a sumarse a este día en que sustraerán su presencia de la vida cotidiana. Otras, en cambio, han expresado su disentimiento a la propuesta y dudan o han negado ya su anexión (qué palabra tan fea) a la “huelga femenina”; están en todo su derecho y eso debe ser respetado tanto como el deseo de ausentarse.

Sin embargo, lo que ocurrirá el lunes es de tal envergadura como el movimiento de la No Violencia de Gandhi en el siglo pasado y que inspirara a lo lardo de él a tantos otros como Martín Luther King. Es importante aclarar que las mujeres no están en una “desobediencia civil pacífica”, sino que su decisión de retrasarse de la vida nacional es una Protesta en Voz Alta que nadie debe minimizar, tergiversar o combatir, mucho menos un gobierno “progresista” como el que se presume en el poder de este país.

La ausencia femenina será un hito en la historia de las revoluciones de México, porque eso es precisamente lo que está sucediendo; el entorno hostil y violento en el que todas, o casi todas, las mujeres mexicanas (y de muchas otras partes del mundo, hay que decirlo) viven requiere de una transformación, de una re-evolución, que permita entender los nuevos roles que en la sociedad del siglo XXI debemos jugar mujeres y hombres. El nuevo feminismo y la nueva masculinidad son retos que debemos encarar los susodichos, sin miramientos, sin rencores, sin reproches, pues entre más tardemos en restablecer el respeto y la fraternidad como puentes inequívocos para la convivencia, será mucho más dolores para todos.

El lunes próximo hay que poner faltas a las alumnas que se ausenten (como propuso el maestro queretano), que los pendientes de las compañeras de trabajo se acumulen, que las decisiones no puedan ser tomadas, que no haya instrucciones que seguir, que los oficios se amontonen, que las llamadas no sean atendidas, que las juntas no puedan llevarse a cabo por falta quórum, que los medios de comunicación tengan que buscar con qué llenar los espacios de las conductoras, locutoras, productoras, que no asistan; que en las fábricas la producción tenga que reducirse a la mitad ese día.

No debemos, bajo ninguna circunstancia, caer en la tentación de hacer parecer que no pasa nada si no hay mujeres, no debemos ocultar que su presencia no es necesaria, que podemos llevar la vida sin ellas; por el contrario, debemos impulsar que el objetivo se cumpla: este país no podrá funcionar el lunes 9 de marzo porque las mujeres mexicanas están hartas de tener miedo, de no poder denunciar cuando son violentadas porque cuanto lo hacen vuelven a serlo con la estigmatización, hartas de no poder estar seguras ni en casa, ni en la calle, ni en el trabajo. Hartas. De tantas cosas.

Estamos ante un hecho que cambiará el rumbo social de nuestro país. Incluso, pienso, que podría mostrar una vereda oculta hasta ahora, por donde podamos al fin vislumbrar sororidad. Porque esa vereda existe, estoy seguro. Zucchero empieza cantando: “I’m gona change de world”.

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