Emiliano Páramo
Escuché una vez en una plática con amigos, que diversos estudios afirman que el nombre que eligieron tus padres para ti, condiciona algunas de tus elecciones y hasta imprime una huella en lo que te depara la vida; todo tiene que ver en algún grado con las letras que te nombran. Por lo menos en el caso de St’aku Allende, esa afirmación es correcta. Su nombre en tepehua significa ESTRELLA MAYOR. Y esta niña es un astro enorme, cuando de ser huapanguera y mujer se trata.
St’aku nació en Huachinango, Puebla, el 19 de Diciembre de 1997, pero a pesar de sus tempranos 16 años, ya es una figura en la escena nacional e internacional de la música folclórica y la versada repentista. La conocí apenas el año pasado, y desde el primer momento, me di cuenta que no era una niña común, ni siquiera entre sus colegas de oficio, porque su talento la distingue ampliamente como jaranera e improvisadora de versos, y debo decir que no sólo como artista, sino también como persona, pues su alegría, sencillez y don de gentes, la convierten no sólo en una huapanguera admirada, sino también en una jovencita muy apreciada por la gente que tiene la ocasión de toparse con la altura de sus versos, sus notas y su persona. Mi primer encuentro con ella fue en el IX Encuentro de Niños y Jóvenes Huapangueros, en Jaltocán Hgo., a donde los dos asistimos como facilitadores en los talleres impartidos a los asistentes. Ella impartió versificación para huapango y desde el primer día, se notó su estampa entre sus pares de más años y experiencia. Pero entre los músicos de las huastecas, lo que vale no son los años sino la ejecución sobre las tablas, y si de tablas hablamos, St’aku nació escuchando violín, quinta y jarana, mientras el canto de su padre y su hermano, le arrullaban el sueño de convertirse en la soberana joven que es, entre aquellos adolescentes que en su tierra, encienden el fandango desde los astros que brotan de sus manos y su boca, sobre la tarima.
Entre sus participaciones más relevantes se encuentra la que a los ocho años de edad tuviera en el Teatro del Centro Cultural de Cd. Valles, San Luis Potosí, en el marco del VI Encuentro de Niños y Jóvenes Huapangueros. Junto a su padre y su hermano, conforma el trío “Staku y su Huastecos”, haciéndose oír por todos lados con lo mejor del repertorio huasteco y sus versos improvisados. En la I Jornada Iberoamericana de Niños y Jóvenes Poetas, Troveros y Versadores, en el año de 2009, en la ciudad de Querétaro, es elegida para dar la bienvenida a la República de Venezuela. En 2012 representa a su estado en el 6to Encuentro de Jaraneros, Decimistas y Fandango, Son Jarocho y Son Huasteco. En el mismo año, es elegida para realizar la estancia de perfeccionamiento musical “El Son en el corazón”, en Las Palomas, Xichú, Guanajuato. También representa a México, en la IV Jornada Iberoamericana de Niños y Jóvenes Poetas, Trovadores y Versadores en la Provincia de Veraguas, Panamá. El año pasado, también nos representa la V edición de esta misma jornada. Este año, es convocada a realizar una estancia de Poesía Oral, en la Sierra de Otontepec, recibiendo instrucción por importantes repentistas de toda América Latina.
St’aku me contó en entrevista: Creo que el Son Huasteco ya lo traigo desde antes de nacer. Mi padre es difusor del huapango, y desde joven tocó con mi abuelo. Ahora compartimos juntos el escenario. Mi madre siempre ha estado para apoyarme, dando sus puntos de vista en lo que debo mejorar. Mi comienzo en la música fue desde los 7 años, en el taller Integral Huasteco de la Casa de Cultura, en Huauchinango. Más que un compromiso por seguir la tradición familiar, para mí es un gusto enorme dedicarme a la música. También me gusta bailar, disfrutar las huapangueadas y escuchar a los huapangueros viejos. Me enorgullece cantar, tocar, improvisar versos, alegrar a la gente haciendo lo que más me gusta. Ya sea en un gran escenario o en un espacio modesto, siempre me esfuerzo en dar lo mejor de mí cuando pulso mi jarana, por eso bendigo a Dios y le agradezco por darme este don.
St’aku es una estrella que brilla alto en el cielo inmenso de la música mexicana. Como decía Tagore, cuando el hombre trabaja Dios lo respeta, pero cuando el hombre canta, Dios lo ama. A St’aku, Dios la ama demasiado, con demasiado amor, sé que es cierto.
Jamädi...
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