viernes, 22 de marzo de 2024

China vs. su Nobel


Cuando niño, uno de los libros que mayor curiosidad me provocaba de la biblioteca de mi padre era una colección de cuentos populares chinos. En su portada predominaba el azul que acordaba con el título del libro, mostraba una nube azulada admirada por un par de jóvenes, hombre y mujer, haciéndose acompañar por el esclarecedor subtitulo de “Cuentos populares chinos”. Leerlo reveló ante mí el poder transfronterizo y atemporal de la literatura; me transportaba a otro país, a épocas remotas, a sucesos inimaginables para un infante. Pero lo que más me asombraba era que ese libro de literatura china en español había sido editado en algún lugar de Pekín, pensado y cuidado específicamente para difundir entre los lectores hispanohablantes las tradiciones, costumbres e ideología de la nación más poblada del mundo (entonces y ahora).

Volvimos a tener noticias claras de la literatura china en tiempos más recientes, cuando en el 2012 la Academia Sueca otorgó el Nobel de literatura a Mo Yan, convirtiéndose así en el primer escritor chino en obtenerlo. Esta verdad es a medias, pues doce años antes, en el 2000, el Nobel fue otorgado a Gao Xinjian, escritor nacido en china pero nacionalizado francés desde 1987 y que es el único Nobel francés que ha escrito toda su obra en otra lengua distinta a la gala, por lo que el galardón del dos mil entró en la casilla de autores franceses que lo han obtenido (cuya lista por cierto es de dieciséis).

Mo Yan se convirtió, en aquel momento, en un orgullo para la República Popular de China, reconociendo en él un hijo predileto, considerando que el galardón internacional permitía difundir en occidente las esencia del pueblo chino junto con su modelo de nación. Mo ´yan, estaba pues cumpliendo ese objetivo del viejo volúmen de cuentos chinos que se editaba en español como herramienta de difusión ideológica. Mo Yan era resultado de la educación pública, sabia pertenecido a las filas del Ejército Popular de liberación y se había formado en la Escuela de Arte y Literatura y en la Universidad Normal de Beijing; transformado ahora en un embajador de su cultura.

Sin embargo, a principios de la semana el Nobel chino ha caído en desgracia. Distintos medios internacionales informaron que se había solicitado un juicio ante los tribunales de la capital contra de Mo Yan. ¿De qué lo acusan? El asunto es verdaderamente orweliano.

Resulta ser que el promotor del juicio es un bloguero que esconde su verdadera identidad tras el nombre de Wu. Este individuo presentó dos demandas contra Mo Yan, la primera fue desestimada porque estaba plagada de errores técnicos, pero la segunda parece que ha prosperado. El tal Wu no esta basando su litigio en la calidad literaria de la obra del Nobel chino, sino en su contenido, o mejor dicho, en la interpretación personal de la ideología que contiene su obra. Basado en una ley del año 2018, cuyo texto no ha trascendido, conocida por sus efectos: condena a un máximo de tres años de prisión a quienes insulten a héroes y mártires de la China comunista. Esta norma legal forma parte de la campaña del presidente Xi Jinping contra el “nihilismo histórico”. Pues Wu argumenta que lo expresado en los libros publicados de Mo Yan se ha manchado la reputación del Partido Comunista Chino, “embellecido” a los soldados japoneses enemigos e insultado al exlíder revolucionario Mao Zedong. Además, pide que el escritor se disculpe ante todo el pueblo chino, los mártires y Mao mismo, pagando una indemnización de 1.500 millones de yuanes (209 millones de dólares), algo así como un yuan por cada chino. Y para conseguir su membresía en la inquisición, también solicitó que se retiraran de circulación todos los libros del autor; sólo falta la petición de que sean quemados en la plaza de Tiananmén.

No es poca cosa lo que ocurre, pues si el juicio prospera será el primer paso para conducir al autor de “La república del vino” al ostracismo interno y a un apresurado exilio con el riesgo de que si se queda dentro de China, termine en la cárcel. 

Resulta importante reflexionar que las redes sociales, base de la comunicación y los sistemas informativos e ideológicos de la actualidad, en China están controlados por el Estado, sustituyendo las redes occidentales con aplicaciones propias, que permiten el control total de lo que en ellas se emite. ¿Quién estará entonces detrás del ofendido Wu, acérrimo enemigo de Mo Yan?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario