En mi cuaderno de trabajo se han vertido un cúmulo de notas durante el Primer Coloquio Internacional de Poesía y Filosofía. La iniciativa fue de Ulíses Paniagüa, joven poeta y narrador mexicano, flamante ganador del XIV Concurso Internacional de Cuento Ciudad de Pupiales 2019, auspiciado por la Fundación Gabriel García Márquez, y que decidió aperturar el falsamente prometedor 2021 con un encuentro de talla internacional y nobles vuelos. Fue así que durante varios días, cuando enero se acercaba a la mitad de su almanaque, un puñado, nutrido y variopinto tanto como excelso y cautivante, fue reunido virtualmente frente a la sorpresa digital de propios y extraños, para hablar de filosofía y poesía. De México, Perú, Colombia, España, y otros lares donde el español es nuestra patria, surgieron las voces que analizaron el quehacer del poeta y del filósofo, si es que no son la misma cosa. Comparto esos apuntes. Tratan de reflejar en esencia lo dicho en aquellas sesiones, pero probablemente, al pasar por mi pluma, sean una versión de aquello, sin que esto vaya en detrimento.
Virginia Moratiel, escritora argentina, nos dijo que el poeta presta su voz a la divininidad, de ahí que no es del todo responsable de lo que escribe. El poeta no escribe el poema, lo hace la poesía. En cada nombre pronunciado se nombra el universo. La poesía hace despertar el espíritu aletargado de la naturaleza. El lenguaje poético es un abracadabra. La práctica poética es una forma de saber a través de los sentidos. La poesía es espiritual, eleva e idealiza las cosas. La transmutación de la poesía es la espiritualización de la vida. Provoca un estado de suntuosidad y plenitud. Reavivar el acto originario de creación hace al poeta y al filósofo, sacerdotes. La tarea del poeta es revelar el caos primordial, la naturaleza de todas las coas. Despertamos por reflexión. Despojarse de la identidad es el principio del acto artístico; la destrucción de fronteras, la aniquilación del ego. Los poetas son maleables por la inspiración. La poesía es la mirada de Dios con su sublime inocencia. El poeta es lo menos poético que existe; es transparente, es pesimista y a la vez enaltece la belleza. Convertir al ser en la misma nada y viceversa.
La escritora mexicana, Brenda Cedillo, por su parte, acotó la poesía como otro modo de saber. Es otra manera de acceso a la realidad: la poesía. Por lo general la poesía es desdeñada sólo como aliteratura. En ese sentido, la realización entre poesía y filosofía parece risible. Esto se basa en los prejuicios sobre la poesía. Pero la poesía nos da el sentido de la vida, como la libertad, la muerte, Dios. Es otro modo de atender nuestra necesidad metafísica. La poesía es como al vino, nos hace ver la vida de otra manera.
El filólogo español, Luis Luna, por su parte, esbozó la poesía como un lenguaje libre. El conocimiento hermético ha sido una base para alcanzar la sabiduría. Conocemos al momento de hacer una lectura inmediata de la poesía para después tener más conocimientos dentro de ella. Recuerda a Borges: la creación de mundos dentro de la poesía; la teología es una especie de literatura fantástica. Insiste con Borges: para él la literatura es la representación del poeta. El fondo de la poesía es inalcanzable al igual que el rostro de Dios. Cuando el poema se escribe deja de ser del poeta y pasa a ser del lector.
Enrique Manuel Bernales Albiretes, poeta y académico peruano radicado en los Estados Unidos, se pregunta: ¿La metáfora nos ha abandonado? No. Al contrario, la establece como el puente, la interfaz entre la poesía y la filosofía. La metáfora es el átomo del lenguaje figurado, la esencia misma de nuestra existencia. A su memoria viene un titular mexicano que gritaba: “Biden, el león”. La poesía es metáfora absoluta de la vida. El mundo es una gran metáfora. La metáfora es un arma de construcción masiva, yo diría, de desconstrucción masiva. La metáfora es otro mecanismo de conocimiento del universo. Ese universo de Leibniz: es una especie de fluido unitario donde, como en un océano sin límites, todos los movimientos se conservan y se propagan hasta el infinito.
El universo no termina aquí. Seguiré compartiendo estas reflexiones una próxima oportunidad.
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