Hace dieciséis años la escena política y literaria se cimbró
con la parición de La Sosa nostra, porrismo y gobierno coludidos en Hidalgo,
del combatiente escritor y periodista Alfredo Rivera Flores. En él, Alfredo
hacia un recuento puntual y panorámico de las tropelías cometidas por quien
hasta el lunes pasado fuera líder del conocido Grupo Universidad ⸺conjunto de funcionarios
emanados de la máxima casa de estudios de la entidad y que a la postre cooptaron
al Movimiento de Regeneración Nacional ampliando su territorio político al
congreso local y, teniendo como fin último, estorbar el actuar del gobierno estatal
como un “verdadero” grupo de choque político.
El libro en cuestión era resultado de una exhaustiva investigación
del periodista que fue conjuntando las voces de aquellos que habían sido
testigos (el mismo, por ejemplo) de los abusos y delitos de quienes, en lejanos
años ya, manejaban la Federación de Estudiantes Universitarios, para después documentarlos
e hilarlos en un cúmulo de las historias más oscuras de la historia
hidalguense. Golpizas, secuestros, violaciones, destrucción de inmuebles
públicos y una larga lista de desmanes que flotaban en la memoria y se
resguardaban en el silencio de toda una generación que los presenció desde la
impotencia, o en algunos casos, desde la complicidad.
A los pocos meses de la aparición del libro, el personaje
aludido en titulo y portada, demandó al autor, al prologuista (el gran Granados
Chapa) y al artista diseñador de la portada (Enrique Garnica) por daño moral,
pretendiendo la ridícula cantidad de 16 millones de pesos para su compensación.
Al paso de los años, Granados Chapa y Garnica fueron Absueltos y el acoso
recayó en Rivera Flores. El juicio, convertido en el alegato judicial más largo
interpuesto contra un periodista en la historia de nuestro país, tuvo una
resolución a principios de este año, cuando la pandemia comenzaba a asolar los
cinco continentes. ¿La resolución? Una indemnización reducida a un poco más de setecientos
mil pesos que Alfredo tuvo que pagar a un hombre acusado de malversar, al
menos, más de cincuenta y ocho millones de pesos.
Sin embargo, al tamiz de la detención de Gerardo en la Ciudad
de México, La Sosa nostra… ha tomado relevancia y ha reafirmado su carácter
de libro de culto, leyenda que comenzó cuando a raíz de la demanda, prácticamente
dejó de circular. Pero, además, se establece como uno de los mayores atentados
contra la libertad de expresión en nuestro estado (por donde se le mire), llenando
de vergüenza al sistema judicial de nuestro país dado rumbo que tomó y las
consecuencias de las acciones del personaje “dañado”.
El libro, ya prácticamente imposible de conseguir en papel,
ha comenzado a circular en formato pe-de-efe por los servicios de mensajería e
incluso las redes sociales. El impulso establece también un nuevo referente en
la vida bibliográfica hidalguense, pues lo convierte en el único libro que ha
tenido una segunda edición digital, de creación espontánea (con tintes piratescos)
y que ha despertado nuevamente el interés de propios y extraños ⸺ahora también de
las nuevas generaciones⸺, en una práctica poco generalizada en la vida pública,
la memoria; la preservación de las historias recientes como señales en un mapa
que nos permita, si eso fuera posible, predecir el futuro de los acontecimientos.
Por lo pronto, el libro de Alfredo ha remontado el interés y
es un buen momento para echarle una lectura o relectura, que nos permita apuntalar
o reedificar nuestra mirada crítica de la realidad.
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