viernes, 29 de abril de 2016

Literatura para colorear



En diversas ocasiones hemos hablado de la importancia de la lectura. Si es la infancia el momento ideal para inculcar en alguien el hábito de leer. Sin embargo, aunque leer puede ser un placer adquirible en cualquier momento de la vida, es la infancia (la juventud también) un momento propicio para que la imaginación sea el detonante del disfrute lector.
Eso lo sabe bien María Ruiz, cronista nata de los avatares históricos de su terruño, Huasca, pero que también ha enfilado sus esfuerzos literarios hacia los niños. El fruto de ese interés particular ha germinado en dos títulos de narrativa infantil: “Brujas en el bosque” y “Una pulga pedorra”.


El primero de ellos, “Brujas en el bosque”, publicado ya hace algunos meses, narra las peripecias y travesuras de un trio de jóvenes brujas que buscan como aplicar y ejercitar sus poderes mágicos sin causarle molestias a sus vecinos. La historia divertida y bien planteada, explora la solidaridad, la preservación de las tradiciones y la oportunidad de ayudar al prójimo sin miramientos. 


Por su parte, “Una pulga pedorra”, recién aparecido, es una hilarante historia donde el personaje principal, la pulga Fulanita, encuentra su lugar en el mundo aceptando sus “defectos” y convirtiéndolos en “virtudes”, según la oportunidad que tenga para aplicarlos; la aceptación y la tolerancia navegan en una historia que también hace reír a los adultos.

María Ruiz dota sus letras para niños de una gama de valores que, más allá de la simplona enseñanza dogmática, envuelve con humor a los lectores en experiencias que bien podrían servir de espejo para más de uno, planteando de principio a fin la importancia del respeto y el amor al prójimo.

Ambos títulos, han visto la luz en un formato peculiar; un libro para colorear en el que el texto, pesa lo mismo que las ilustraciones y que permite, a los pequeños y exigentes lectores, involucrarse en la historia plasmando en colores lo que su imaginación aporta, resultando en coautores del libro, único e irrepetible, que tienen en sus manos. Es una oportunidad fantástica para que Leer sea una actividad participativa, una experiencia que seguramente les será difícil de olvidar y realmente impulse un posible futuro lector.

María Ruíz se consolida como una de las autoras de nuestro estado que, no solo apuesta por el público infantil, sino que ejerce la literatura con un compromiso pocas veces visto, honesto y versátil; son pocos los hidalguenses que han dedicado letras a los niños, deberíamos de ser más, para que nuestra infancia tenga más oportunidades de disfrutar la lectura con temas e historias cercanas a su realidad inmediata, fomentando también ellos la participación social y, por qué no, la crítica. 

Si usted, querido lector, le interesa adquirir alguno de estos ejemplares, puede encontrarlos en los portales del pueblo mágico de Huasca o bien puede enviar un mensaje al correo electrónico de la autora: marialahuesos@gmail.com; le aseguro que antes o después de sus hijos, usted también disfrutara leyéndolos.

Antes de terminar lo invito a compartir juntos más recomendaciones literarias, acompáñeme el próximo sábado en punto de las 18:30 horas en el programa de radio “Bibliófono, literatura para escuchar”, que se trasmite por Bella Airosa Radio, 98.1 de frecuencia modulada. Hasta entonces.

martes, 26 de abril de 2016

Imparten “Taller de expresión y fotodocumentalismo”




El Centro de las Artes de Hidalgo será la sede del “Taller de expresión y fotodocumentalismo”, que impartirá el argentino Julio Pantoja, los días 29 y 30 de abril y 2, 3 y 4 de mayo, de 10:00 a 14:00 horas.

Esta actividad, organizada por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, será con donativo de 500 pesos, y está dirigida a creadores, investigadores y público interesados en la imagen contemporánea. 

Asimismo, el miércoles 4 de mayo se realizará un conversatorio con la participación de Julio Pantoja y el fotógrafo mexicano Francisco Mata Rosas, a las 18:00 horas en el Centro de las Artes. Entrada libre.

Para mayores informes, los interesados pueden escribir a fortalecimientocentroartes@gmail.com.

Julio Pantoja (Argentina, 1961) es un fotodocumentalista, periodista, docente y activista; se graduó como Arquitecto y Técnico Fotógrafo en la Universidad Nacional de Tucumán.

Nació en Jujuy en 1961 y está radicado en Tucumán desde 1973, desde donde trabaja articulando su obra con temas sociales vinculados a la memoria histórica, la identidad, y la defensa de los derechos humanos y ambientales.

Es creador y editor de la Agencia Infoto y ha publicado, durante más de veinte años, en los principales medios gráficos de Argentina y del extranjero.

Es director de la Bienal Argentina de Fotografía Documentaly fue disertante en eventos académicos y de fotografía en Argentina, Perú, México, Ecuador, Colombia, El Salvador, Nicaragua, Brasil, España, Francia, Portugal, Canadá y Estados Unidos.

Su obra forma parte de proyectos y publicaciones de New York University, San Diego State University, University of California at Berkeley, Harvard University, Universidad Nacional de Rosario y Universidad Nacional de Tucumán.

Sus fotografías fueron expuestas en galerías de Argentina, Chile, Venezuela, Colombia, Brasil, México, Ecuador, Paraguay, Argelia, Egipto, Líbano, España, Francia, Portugal, Estados Unidos, Canadá, Holanda, Alemania, Suiza y Sudáfrica.



“Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido su uso para fines distintos a los establecidos en el programa”.

lunes, 25 de abril de 2016

Chernóbil, un enemigo incomprensible



El próximo 26 de abril se cumplirán treinta años del peor accidente tecnológico de la historia de la humanidad: el accidente nuclear de Chernóbil. En los primeros minutos de aquel sábado de abril de 1986, el reactor número cuatro voló por aires cuando el ensayo de un nuevo sistema de seguridad provocó una reacción en cadena. A partir de aquel momento fueron arrojadas a la atmosfera una cantidad incalculable de partículas radioactivas que no solamente contaminaron los territorios cercanos a la Central, sino que viajaron en una nube radioactiva sobre Europa, los primeros días y se calcula que por cada rincón del planeta en los siguientes años.

El impacto sobre la población asentada al sur de Ucrania (lugar en la que se ubica Chernóbil) y al norte de Bielorrusia, resultaron altamente afectadas por la radioactividad que cayó sobre sus pueblos, sus sembradíos, sus bosques, sus ríos. El impacto que tuvo el accidente ha generado una gran cantidad de documentales, análisis periodísticos y ensayos; “Voces de Chernóbil / Crónica del futuro” es tal vez el testimonio más crudo y profundo de todos ellos. Su autora, la periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich, comenzó a darle forma al contemplar, una década después del accidente, el impacto que la radiación había tenido en la población de su país no solo físicamente, también espiritual, ideológica y hasta filosóficamente. Y es que por irónico que parezca, aunque Chernóbil no está en Bielorrusia, fue en esa entonces república soviética donde fue vertido el setenta por ciento del veneno radioactivo.

Alexiévich comenzó a realizar entonces una serie de entrevistas, lo mismo a habitantes de las zonas contaminadas, viudas de los héroes que murieron combatiendo los residuos radioactivos, los soldados que vigilaron las evacuaciones y controlaron el acceso a las zonas de exclusión, científicos que investigaron el accidente y sus consecuencias, artistas, escritores, médicos: todos convertidos en mujeres y hombres de Chernóbil.

Tras una nota histórica para contextualizar al lector menos avezado, una primera historia de amor interrumpida por la radioactividad de accidente y una auto entrevista de la propia Svetlana, el libro se estructura en tres capítulos: “La tierra de los muertos”, “La corona de la creación” y “La admiración de la tristeza”; cada uno establecido como una tragedia griega donde a partir de monólogos los personajes (en este caso, no ficticios) describen de viva voz su dolor y su angustia, sus recuerdos y sus esperanzas, de vez en vez un coro irrumpe en la lectura para mostrar que el dolor y la confusión se convirtieron rápidamente en un legado colectivo que transformó la personalidad y el devenir de todo un pueblo. Mujeres, hombres, niños, ancianos, se transforman en voces que narran lo ocurrido como para quien busca respuestas en el futuro, como quien sabe que el pasado ha determinado nuestro destino sin consultarnos. 

En más de una ocasión, durante la lectura de “Voces de Chernóbil…” uno debe detenerse, para reflexionar en el mejor de los casos, para llorar en el más honesto de ellos. La desgracia humana que describe se ha convertido en una vergonzosa enseñanza para la raza humana y su “poderío” de creación. Hasta el día de hoy, casi treinta años después, las causas son conocidas, las consecuencias no; Chernóbil es aún un muerto que respira, un enemigo indescifrable. Lo más parecido a la eternidad.

No es extraño que el libro tenga en sus extremos —al principio y al final— historias narradas por esposas de hombres que murieron por consecuencia de Chernóbil (uno de los primeros bomberos en llegar al lugar a apagar el incendio inicial provocado por la explosión y el otro, un “liquidador””, nombre asignado a los hombres enviados a “liquidar” el accidente y que recibieron dosis letales de radiación); porque a pesar de todo el reclamo, el miedo, el terror que contiene, es un libro que habla de amor.

Este libro forma parte de una breve, pero contundente obra que la Academia Sueca premió con el Nobel de Literatura en el 2015, confirmando en la persona de Svetlana Alexiévich que el periodismo, ejercido con pasión, se transforma en un verdadero y hermoso género literario.

Antes de terminar lo invito a compartir juntos más recomendaciones literarias, acompáñeme el próximo sábado en punto de las 18:30 horas en el programa de radio “Bibliófono, literatura para escuchar”, que se trasmite por Bella Airosa Radio, 98.1 de frecuencia modulada. Hasta entonces.