El punto de
partida es el puto sin retorno. Es la reacción que germina mientras la acción
se gesta. Es el ensayo general con luces y público. Es el número cero.
Publicada el año
pasado, “Número cero” de Umberto Eco, se convirtió, a partir del 19 de febrero
pasado, en la última novela del escritor y semiólogo italiano más conocido en
el mundo. Sin embargo, ya desde antes se había constituido en una de las
novelas más importantes y emblemáticas del también filósofo.
El narrador-protagonista,
un cincuentón que responde al nombre de Colonna, de pronto se ve envuelto en
una intriga de vuelos internacionales cuando accede a convertirse en redactor
en jefe de un incipiente medio impreso, el “Domani”; periódico “oracular” que
procurará hablar de noticias que se estarán sucediendo mientras se informan en
lugar de informándose cuando ya han sucedido; peor aún, que se informan de la
manera como se quiere que sucedan.
Ambientada en la
década de los noventa, en una Italia renuente a transformarse y sacudirse la
corrupción, pero que a la vez está deseosa de sacudirse el pasado y encontrar
su lugar en Europa y en el mundo; “Número cero” es un retrato perfecto de una
sociedad que ya había convertido a los medios de comunicación en una bola de
cristal donde se podía analizar el pasado, transformar el presente y redirigir
el futuro como mejor convenga; respondiendo en todo momento a intereses
facticos y mezquinos.
Aun cuando en la
historia la internet y las redes sociales ni asoman las narices, los planes de
crear un nuevo periódico, resulta en el pretexto perfecto para criticar el
poder absolutista que le hemos otorgado a la Media donde los linderos entre la
verdad, el rumor y la mentira son tan tenues que parece inexistentes: Las sospechas nunca son exageradas.
Sospechar, sospechar, solo de este modo se encuentra la verdad.
En las juntas de
redacción donde los seis miembros del equipo tratan de armar uno o varios
“números cero”, trazan máximas periodísticas que en su esencia muestra la
personalidad marrullera que ha adquirido nuestro oficio: No son las noticias las que hacen el periódico sino el periódico el que
hace las noticias, la insinuación eficaz para desprestigiar a alguien, el
secreto está en qué y cómo entrecomillar,
los periódicos enseñan a la gente cómo
debe pensar, entre otras joyas.
De “Número cero”
primero salta a la vista su extensión, más bien breve en comparación con “El
nombre de la rosa” u otras novelas del autor, para luego darnos cuenta que en
realidad se trata de la síntesis de lo que el autor nos ha hablado durante
todos sus libros: la crítica a la “mass media”, el análisis de la historia (en
este caso, la historia reciente de su país a partir del fin de la Segunda
Guerra Mundial), el pesimismo capeado en un humos caustico donde el futuro es
una condena perpetua, sin dejar a un lado la narración inteligente y el uso
elegante del idioma. Un elemento nuevo y por demás disfrutable es la discreta y
esperanzadora historia de amor que se desarrolla a la par de que se habla
teorías conspiratorias que alcanzan tanto a la CIA, el Vaticano y el destino
del cuerpo —vivo o muerto— de Mussolini. “Número cero” es en realidad el número
cero de Umberto Eco; sus más añejas preocupaciones se renuevan para mostrar que
las cosas en nuestras sociedades modernas lamentablemente (o afortunadamente,
dirán algunos) no han cambiado y el deseo de transformarlas debe seguir
presente en nosotros.
La aparente
normalidad que adquiere la historia se ve trastocada de pronto cuando asesinan
a uno de los periodistas de “Domani”, antes de que cualquiera de los números
ceros vean la luz, lo que provoca que el infortunio determine el destino del
protagonista cual nota publicada que guía al suceso.
Una perfecta
combinación entre novela negra, manual breve de periodismo, análisis de la
opinión pública y crónica histórica reciente. Un manjar narrativo perfecto para
disfrutar en un fin de semana y hacer nuestro el Eco, quien tal vez escondió al
final del primer capítulo la certeza de que el fin se cernía: El miedo a morir infunde aliento a los
recuerdos.
Antes de terminar
lo invito a compartir juntos más recomendaciones literarias, acompáñeme el
próximo sábado en punto de las 18:30 horas en el programa de radio “Bibliófono,
literatura para escuchar”, que se trasmite por Bella Airosa Radio, 98.1 de
frecuencia modulada. Hasta entonces.
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