Naguib Mahfuz, el
novelista egipcio premio Nobel de Literatura en 1988, opinaba que se podía
saber si un hombre era sabio por sus preguntas. Es por ello que cundo se habla
de don Antonio Peñafiel, se opina de él como el sabio de un pueblo: el nuestro.
La reciente
publicación de “Indumentaria antigua mexicana” del doctor Antonio Peñafiel
confirma su lugar en la historiografía hidalguense. Se trata de una
investigación basada en una pegunta básica: ¿Cómo y qué vestían nuestros antepasados
prehispánicos? Como esa, muchas preguntas rondaron por la mente y el raciocinio
de don Antonio Peñafiel, las cuales lo llevarían a realizar empresas
intelectuales en diversos ámbitos, como la de sentar las bases de la
estadística poblacional en nuestro país.
El libro abre con
la Presentación del Gobernador del Estado de Hidalgo, Paco Olvera, en la cual
el mandatario nos presenta algunos rasgos biográficos generales del autor para
destacar el interés que ha tenido el gobierno del estado por rescatar el
importante trabajo que Peñafiel realizó en su momento y que ha trascendido en
la investigación histórica de nuestro estado y por ende en nuestro país: “La
titánica tarea de Antonio Peñafiel en materia de indumentaria antigua aquí
contenida, es clara muestra de su conocimiento acerca de la imaginería mexicana
y de su constante trabajo para recopilar, clasificar y guardar los materiales
hallados tanto en las bibliotecas y museos de Europa, como en las existentes en
colecciones particulares de México y el viejo mundo”.
Es precisamente
en estas características de la calidad de investigación que desarrolló
Peñafiel, tanto para este como para otros libros, donde radica no solamente la
calidad e importancia de sus trabajos, sino también la profundidad de sus investigaciones,
formando parte fundamental del entramado de cimientos donde descansa la
historia de nuestra nación.
Posteriormente la
nueva edición nos muestra dos textos del Cronista del Estado de Hidalgo, Juan
Manuel Menes Llaguno; el primero de ellos titulado “El Atotonilco de Antonio
Peñafiel”, donde Menes hace no solamente una referencia geográfica, sino que
profundiza estableciendo la importancia del pueblo natal en Peñafiel, incubando
en esa estrecha relación todas aquellas preguntas que llevaron al autor para
realizar sus investigaciones, aquella ; el segundo texto de Menes, un estudio
introductorio titulado “Antonio Peñafiel, una vida digna de conocerse”, arroja
nuevos hallazgos sobre la biografía del sabio de Atotonilco, contradiciendo
incluso datos anteriormente conocidos pero arrojando una visión más amplia y
precisa sobre su vida: “Mucha de la información surgida y aquí consignada,
pudiera considerarse discordante con la conocida y utilizada tradicionalmente
por los biógrafos de don Antonio Peñafiel, en tanto que otra, colma vacíos y
olvidos imperdonables; más lo cierto, es que los datos derivados de litigios y
otros actos judiciales, así como los registros parroquiales, resultan cruciales
y contundentes para reconstruir la vida ejemplar de uno de los hombres más
sabios e inteligentes que viera la luz primera en las hoy tierras
hidalguenses”. Uno de los datos que más sorprende es la identificación de un
homónimo que además compartía con Peñafiel el lugar de origen y que había sido
causa de diversas confusiones. Esta nueva edición vale no solo por la
importancia de su reproducción, sino también por este estudio preliminar de
Menes Llaguno.
A partir de ese
momento, avanzamos por las páginas facsimilares de “Indumentaria antigua
mexicana”, publicado originalmente en 1903 con el título “Indumentaria
mexicana. Vestidos guerreros y civiles de los mexicanos”; en su contenido
encontramos un estudio histórico y descriptivo muy amplio y detallado sobre
vestidos y trajes, pero también sobre penachos, tocados, escudos y trofeos que
los pueblos que habitaban nuestra nación antes de la Conquista. Su nueva
publicación permite no solamente la posibilidad de volver los ojos a nuestro
pasado remoto sino también, por qué no, a la fascinación de las formas, los
colores y hasta las texturas que cubrían los cuerpos –y en la mayoría de las
ocasiones el valor y el honor– de nuestros pueblos originales.
Esta nueva
edición facsimilar completa una especie de trilogía de textos fundamentales en
la tradición de investigación histórica en nuestro Estado (los otros dos han
sido: “Memoria de la Comisión Científica de 1865” y “Nomenclatura Geográfica de
México” también de Peñafiel) y que el Gobierno ha impulsado en coediciones con
Porrúa en un compromiso por permitirle a las nuevas generaciones, tanto de
lectores como de investigadores, de acceder a textos que hace décadas estaban
agotados y que incluso eran difíciles de localizar en algunas bibliotecas; un
interés que demuestra la sensibilidad del Gobernador Paco Olvera y que asegura
su trascendencia en el ámbito de la cultura de Hidalgo.
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