Emiliano Páramo
Conocí a Benito Taibo por uno de esos prodigios que tiene la red,
pues siendo él un usuario célebre de Facebook, contactarlo fue realmente
muy fácil. Me llevó a él, antes que sus célebres vínculos familiares,
su muy significativa labor en los terrenos del fomento a la lectura,
pues desde hace más de 15 años, él se ha dedicado con la camiseta bien
puesta, a recorrer los territorios de lo humano, para confirmar que
“leer es resistir”. Y desde su ejemplo, son muchos ya los que resisten,
atendiendo su llamado a las palabras.
Benito Taibo es un hombre
profundamente generoso que comparte su experiencia de vida entre
páginas, confirmando desde sus pasiones, que leer es un acto esencial
para la vida, si se trata de vivirla. Este pasado martes 3 de marzo,
ofreció una conferencia a jóvenes estudiantes de la Universidad
Tecnológica de Tulancingo y de algunos bachilleratos invitados. Escribo
“conferencia” a falta de un término más cercano a lo que en verdad
sucedió: ¿habrá una palabra tribal que nombre al acto en el que un
hermano mayor se sienta frente a los recién iniciados, para decirles de
los mundos maravillosos que detrás de las puertas sagradas les tocará
encontrarse, mientras son otros y otras de los que tomarán provisiones
vitales, para fundar los que serán tras los espejos y las ventanas, por
las que mirarán mientras sus ojos se van lejos, corazón adentro?
Siempre
he pensado en Benito Taibo como en uno de estos en la tribu que guían a
los jóvenes en pos de auroras nuevas. He visto cómo su palabra convoca
antiguos conjuros que se tornan tormentas y esperanza, mientras los
corazones asombrados que lo escuchan abrevan de la fuente multivocal por
donde fluyen los decires de miles de años por donde han pasado los que
escriben y cuentan de cómo se ejerce este oficio que es “vivir,
simplemente vivir”.
Para quien venga a buscar fórmulas en el
encuentro con Benito, se llevará la sorpresa grata de que sus
conferencias lo que regalan son preguntas; eso me gusta de escucharlo,
porque es un hombre que sabe bien que los caminos que no están mediados
por las indicaciones frías, que acercarse a la lectura por placer no es
sujeto de una receta de repostería, sino de la bendita provocación que
reside en las páginas de aquellos que como él, son “libros vivientes”, a
la manera que contara Ray Bradbury en su imprescindible Fahrenheit 451.
Sé bien que muchos de los jóvenes que asistieron a la Universidad
Tecnológica de Tulancingo a encontrarse con el maestro, se llevaron
preguntas que los libros habrás de contestar mientras les bulle la
palabra pecho adentro y son fundadas preguntas nuevas que tendrán
rostros amados.
“Leo todo lo que cae en mis manos; paso de un
género a otro; me divierto mucho con lo que leo”, nos contó Benito
aquella tarde, confirmándonos que sus deseos de adolescente se
cumplieron, pues aunque se ha desempeñado en muchos escenarios, creo que
él es ante todo un “lector” de oficio, para bien de los que hemos
asistido a su palabra. Él se reconoce como un escritor furtivo,
divertido, apasionado, irreverente, entregado y obsesivo. Su novela
Persona Normal (2011), ha sido sin duda uno de los sucesos más
importantes literatura mexicana reciente, pues no sólo se ha convertido
en un libro muy leído, sino sobre todo en un libro profundamente amado,
que este año cuenta ya con 14 ediciones y su muy pronta aparición en
lugares como Colombia, Argentina y Perú.
La Universidad
Tecnológica de Tulancingo está “haciendo camino al andar” al decidir
comprometidos, que la lectura tendrá que ser una impronta entre los que
asisten a sus aulas. Y no es que un programa de esta naturaleza sea
necesariamente innovador en Hidalgo; por el contrario, desde hace años,
en nuestra entidad hay iniciativas como esta, pero no todas logran
trascender el discurso y formar lectores que lean por el placer de
hacerlo. Sin embargo, esta vez yo les creo en la UTT, sé que la
experiencia será fructífera y poderosa porque están ocupándose en favor
de sus estudiantes. Dar de leer es un acto de justicia; por eso en UTT
cumplen en justicia, desde este programa, la consigna de educar para la
vida.
Estoy convencido que la lectura hace librepensadores y
mejores seres humanos. Ojalá que en nuestros jóvenes fructifique el afán
de este programa, y que a través de ellos, nuestro mundo comience a ser
mirado con ojos críticos y propositivos; ojalá sea la lectura quien
confirme que esto entre todos lo vamos a cambiar. Gracias UTT.
Jamädi, Benito Taibo…
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