Tal vez podría
pensarse, que hay palabras imposibles de usar en un poema, términos digamos
“prosaicos” cuya naturaleza es diametralmente opuesta a la poesía. Nada más
falso.
Digo lo anterior,
porque tal vez pareciera que el título “Una vaca tengo” no podría pertenecer a
un poemario, sin embargo, el poeta guerrerense Jesús Bartolo ha bautizado con
él su más reciente poemario.
El libro, ganador
del Premio Nacional de Poesía Mérida 2012, está plagado de olores, no solamente
de la panadería familiar que sirve como detonante para la añoranza de la
infancia, sino también de los olores de un campo donde se disfrutó los primeros
años de la vida, del pueblo donde se vivía rodeado de personajes que provocaban
temores y alegrías, en particular una vaca, la cual encierra toda la esperanza
y el amor del que es capaz un niño feliz.
Jesús Bartolo,
nos lleva a explorar, de manera maravillosa, una infancia lejana pero incluida
en su presente, dejando claro que las cosas que nos importaban en otro tiempo,
terminan siendo nuestro tesoro más preciado en el presente, en el que sólo nos
pertenecen en la memoria.
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