Ante el complicado panorama de los miles de migrantes mexicanos y centroamericanos que día a día intentan cruzar las violentas tierras mexicanas en busca de una vida mejor, el “sueño americano”, la compañía Teatro Línea de Sombras presenta la obra Amarillo, la cual refleja la epopeya de un migrante que, al extraviarse en el desierto rumbo a la comunidad de Amarillo, Texas, comienza alucinar por el hambre y la deshidratación.
Bajo la dirección de Jorge A. Vargas, esta puesta en escena llega a Pachuca como parte de las actividades que realiza el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo a través del Festival de la Diversidad Cultural, el próximo lunes 11 de marzo a las 19:00 horas en el Teatro de la Ciudad San Francisco, la entrada es con boleto de cortesía, los cuales están disponibles en el Foro Cultural Efrén Rebolledo, sito en Calla de Bravo 202, Centro Histórico de la ciudad Pachuca.
En el montaje colaboran lo actores Raúl Mendoza, Alicia Laguna, María Luna, Viany Salinas, Antígona González y el músico hidalguense Jesús Cuevas.
Este trabajo refleja una temática bastante fuerte al poetizar en las tablas la problemática existente respecto a la emigración de mexicanos y otros extranjeros hacia Estados Unidos. La obra resalta diversos contextos en los cuáles los personajes presentan su visión del paso a través de un gran muro que podría ser interpretado de diversas maneras pero siempre en la búsqueda de una mejora en la calidad de vida, e incluso, simplemente la necesidad de escapar de algo o alguien, enfrentándose a toda una serie de riesgos mortales muchas veces desconocidos. En definitiva, una representación muy clara de una cruda realidad con una excelente interpretación por parte de Teatro Línea de Sombras, contando tanto con destacadas actuaciones como con un gran manejo de efectos audiovisuales en escena.
El hombre que se dirige a Amarillo, Texas, es todos los hombres que deben cruzar el desierto y en él pocos sobreviven y eso se manifiesta en los muchos nombres que se proyectan en el alto muro, única escenografía como en las ropas que al mismo tiempo que esos nombres se proyectan el hombre se coloca unas sobre otras. Siguiendo uno de los caminos de la trayectoria, el trabajo corporal está presente y el actor principal lo realiza de modo exacto y contundente, apoyado por proyecciones que logran fantásticos efectos.
En la obra se conjuga la acción escénica, la improvisación con objetos a la construcción de paisajes, hilando motivos y la narrativa visual del espectáculo. Una voz fluye como señal de identidad y paisaje sonoro de la puesta en escena. Los lenguajes multimedia, la presencia física de los actores y los objetos son los vehículos para llegar a Amarillo.
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