Emiliano Páramo
Hace algunos años, en un concierto que ofreciera la Orquesta Sinfónica de la UAEH, en el antiguo monasterio de San Nicolás de Tolentino en Actopan, durante el Réquiem de Mozart, miré como una señora se ponía de rodillas y derramaba largas y sinceras lágrimas, en una actitud de absoluto éxtasis, como el que dicen tienen los santos ante la presencia del altísimo; y ese día, la música confirmaba indiscutible la presencia de algo superior. En mayor o menor medida, he sido testigo de otros éxtasis ante el milagro de la música, sea cual sea el genero que finalmente logre conectarse con lo más íntimo y profundo, de los seres que abrevan en la fuente que brota de lo que el músico es capaz de convocar.
Missael Juniel Fragoso, es un joven guitarrista mexicano, nacido en Pachuca; que hoy día, representa, junto a un puñado de talentosos artistas, lo mejor de esta generación, en la escena musical, no sólo de Hidalgo, sino mucho más allá de los límites que la burocracia le ha puesto a esta entidad. Owin, otro diamante de la corona artística de Hidalgo, me dijo alguna vez, que el nombre con que nos bautizan, siempre define lo que somos. A Missael, sus padres le pusieron nombres de ángel; no sé en otros casos, pero es posible que a Missael sus nombres lo estén tocando, y lo hayan marcado para emplazar desde las cuerdas de su guitarra, el angélico ensalmo que hace de la música, una necesidad urgente entre los hombres y las bestias. Misael, es un nombre de origen hebreo que tiene tres posibles significados: “Dios es incomparable” “Misión de Dios" o "Enviado de Dios". Juniel, según los ocultistas, es el príncipe de los ángeles. Sin pecar por el referente, puedo decirles que Missael, obra con la guitarra, el milagro de celebrar lo que se oye, y lo que desde lo escuchado se construye en el interior de los “oyentes vivos”.
El Maestro Fragoso, tuvo un comienzo similar al de muchos otros guitarristas clásicos: casi por accidente, una guitarra llegó a sus manos, y tuvo un paso fugaz por la música popular. Trato de no casarme con los géneros, pues como dice el clarinetista hidalguense, Ángel Pérez, sólo existen 2 tipos de música: la bien tocada y la mal tocada. Supongo que Missael Fragoso piensa parecido, porque a diferencia de muchos de sus colegas, él no desdeña sus inicios. Esta figura imprescindible en la expresión joven del Hidalgo actual, tiene la inteligencia de reconocer el valor del aporte que significó para él, formar parte de una agrupación musical folclórica en su adolescencia. A penas unos meses ahí, le significaron unos cuantos pesos, y su primer contacto serio con el instrumento que ahora es el capricho y horizonte de su corazón.
Después de esa experiencia, y algunas otras en el aprendizaje de la guitarra, Missael tiene un encuentro harto significativo en su carrera: en la Escuela de Artes del CECULTAH, conoce a Martín Candelaria, quien da rumbo y sentido técnico a sus primeros pasos en la “música de concierto”. Como a la inmensa mayoría de sus compañeros de ruta, no le costó trabajo saber que la guitarra para él, era destino; lo que le costó, fue que “los demás” compartieran el modo en que miraba su vida. Hoy, bajo la tutela de importante figuras en el arte guitarrístico, como el imprescindible compositor Ernesto García de León, Missael Fragoso, se forma y perfecciona en esta disciplina dispuesta sólo para los “elegidos”, porque es cierto que son muchos los que tocan la guitarra, pero no cualquiera hace posible que la esperanza surja inexorable, desde ese instrumento pródigo de sirenas, cintura y grupa.
Missael, es un guitarrista generoso. Habría tal vez, muchas cosas más que podría resaltar de este artista al que admiro profundamente, y del que mucho disfruto sus conciertos, pero considero en verdad, que cuando un músico asiste con generosidad a la vida, el resultado sonoro de su trabajo, hace que brote luz donde antes no la había. Podría enumerar sus múltiples logros, estudios, premios, becas y reconocimientos, pero hoy me conformo con decir, que Missael Fragoso es un hombre, nada más; pero sobre todo, nada menos. Jamädi…
Ahora que me acuerdo...
Milenio Hidalgo Diario
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