Venancio Neria Candelaria
Milenio Hidalgo
La Feria del Libro del Centro Cultural del Ferrocarril, siempre ha significado para mí, un costal de buenas noticias; pero las mejores siempre han tenido rostro de buenos amigos. Al Ene y al Dana, actuales cabeza y manos de la editorial “Nuestro Grito Cartonero, los conocí ahí, después de un evento, al que “le cayeron” como público, para escuchar los comentarios de Juan Galván Paulín, sobre un poemario del Maestro Omar Roldán. Quedamos, después de cruzar palabra, de reunirnos algún día, en el puesto de hamburguesas y papas que por aquel entonces, El Ene atendía en la calle principal del barrio de San Cayetano, donde junto con otros locos, se reunía para leer y comentar poesía propia y apropiada; pues como ya lo dijera algún iluminado: la poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita.
Harto necesitamos en estos días de la poesía; por eso, conocer el mundo y los afanes de estos jóvenes artistas urbanos, me permitió asomarme a la pasión con la que asisten a su personal ejercicio de la palabra impresa y proferida. El Dana (Dánae Garnica Soto), tiene bajo su responsabilidad, mucho del trabajo artesanal de “Nuestro Grito Cartonero”; El Ene (Jorge Daniel Cabrera), se encarga más de la parte técnica y la gestión que su iniciativa editorial precisa, para hacer que la palabra vuele prodigiosamente, envuelta en cartón de Huevo San Juan o Detergente Roma.
Las editoriales cartoneras, son entidades culturales que funcionan de manera “independiente”; se caracterizan por los formatos artesanales que emplean, y los materiales que usan en la publicación de libros que, por su propia concepción y manufactura, son piezas únicas de arte y letras. Las cartoneras favorecen, al interior de “la banda”, principios como la solidaridad, el trabajo comunitario, la creación y el sentido de pertenencia. Cada libro está hecho de manera individual, por lo que no hay uno como otro; pues las manos del artesano, le imprimen a cada ejemplar, el ánimo y el cuidado del instante vivo, en que el libro toma forma, y está listo para ser leído y viajar de mano en mano.
Hace unos días, en una sala de las instalaciones de la Ciudad del Conocimiento de la UAEH, “Nuestro Grito Cartonero” presentó su más reciente lanzamiento editorial: DEHISCENCIAS, de Carlitos de la Calle, libro que transita delicioso, del verso libre al aforismo, pasando -con virtud- por la décima “cachondoamorosa”. Cada copia tiene un rostro diferente; a mi me tocó el ejemplar número 28, que tuve que disputarme con otros que también querían la portada “Vocado de Balas”, pintada por Mireya González Lugo. Ese día me impresionó gratamente, el buen momento que los chavos asistentes pasaron con el poeta y los editores cartoneros. Provenientes del Colegio de Bachilleres de la “11 de Julio” y de una escuela secundaria privada, los adolescentes mostraron un interés especial en la obra del autor y las producciones de la editorial; me maravillaron sus preguntas inteligentes y su sincero afán por saber de estos menesteres de la palabra. Pero debo aclarar que no fue la sorpresa lo que provocó mi impresión, sino el sentimiento celebratorio de asistir a este milagro que siempre significa abrevar de la poesía. Al finalizar la presentación, la edición se agotó, pues hasta “haciendo la vaquita”, los chavos compraron Dehiscencias, con el seguro fin de que la palabra se fuera con ellos dentro de la mochila, y poder volver a ella cuantas veces les fuera necesario.
El libro no debería ser de a ratos un artículo suntuario, sin embargo muchas veces el precio lo aleja de nuestras manos; por eso las cartoneras, también representan un acto democratizador de la lectura, pues ofrecen a muy bajo costo, la posibilidad de echarnos el clavado, en la palabra del escritor que tiene la virtud de no callarse lo que le brota cerebro y corazón afuera.
A pesar de todo, las cartoneras no son esencialmente un modo más barato y sencillo de publicar, sino una muy legitima manera de hacer libros y arte, para poner a rodar la palabra, de conciencia en conciencia por el mundo.
La familia cartonera en el universo hispano, es muy grande: Cartopiés, La Verdura, La Ratona, Meninas, Cohuiná, Del Toro, Ultramarina, Orquesta Eléctrica, Kodama, La Regia, La Propia y La Rueda, por mencionar apenas algunas; todas de apellido “Cartonera”. Celebro también la reciente aparición en esta capital, de La Pachuk’rtonera de Miguel A. Martínez Monter, también del barrio de San Cayetano.
Cartoneros y más, ojalá dejemos que los libros nos invadan con su cargamento pródigo de placer, sabiduría, seducción, gozo profundo, espejos y ventanas… Jamädi…
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