Por fortuna el quehacer de informar contiene en sí mismo un compromiso social irrefutable. El hecho de poder ser portadores de buenas o malas noticias, nos exige mantenernos al margen de los sentimientos que la información pueda llegar a provocarnos: alegría, tristeza o inclusive miedo. Es ahí donde no podemos pensar que el quehacer periodístico se sustraiga de informar lo trágico para privilegiar la información que “no atemorice” a la audiencia. Pero, ¿en verdad suceden en el mundo cosas que no nos provoquen miedo o asombro? Aquellos que crítica el papel de los medios en relación a la guerra del narcotráfico olvidan que lo que aparece en las noticias debe ser algo “extraordinario” en el más simple de los significados de esta palabra: algo que sale de lo ordinario. Sustituir los tiroteos entre bandas rivales –que suponemos fuera de lo común en un país de leyes-, es al realidad que se debe informar y no puede ser sustituida por los eslóganes victoriosos y ficticios de que la batalla contra el crimen organizado se está ganando y que tanto esgrimen las autoridades federales. Los medios no puedes ser cómplices de aquellos que promueven un país quimérico y perfecto. Por el contrario, la realidad mostrada en los noticiarios busca azuzar el análisis de la audiencia y la reflexión al respecto del papel que debe tomar para enfrentar los problemas que la aquejan.
Es así que el rol que deben asumir los medios en estos momentos violentos es abrazar su compromiso social con un actuar mesurado que lo alejen del sensacionalismo para evitar que sea el morbo el principal motor de su audiencia; al contrario, la objetividad con que se maneje la información referente al narco y los grupos del crimen organizado, permitirá que los televidentes, radioescuchas y lectores reciban datos que le permitan forjar un ideario colectivo destinado al análisis y no a la especulación.
Un ejemplo claro de los daños que puede provocar un actuar excesivo de un medio de comunicación, es lo que por estos días ocurre y estará por ocurrir con la seudo-conductora de televisión, de origen peruano Laura Bozzo.; quien, envestida cual Juana de Arco televisiva, quiere desatar un casería de brujas al respecto del caso de la recién nacida en el Hospital General de Tulancingo y que fue dada por muerta por (imperdonable) error. “Juana Bozzo” ha amenazado con exhibir a los culpables y traerlos ante la “justicia” mediática para acabar con su ya de por sí, inexistente prestigio; usurpando la atención pública de la verdadera palestra donde el caso debe ser analizado: el de las autoridades competentes. Es a todas luces una fanfarronería que sólo provocará confusión y temor en los tulancinguenses que debe ir a tenderse a mencionado hospital. Seguro estoy que los hidalguenses no nos dejaremos engañar por esta señora y nos repondremos totalmente del desprestigio que sus comentarios le provoquen a nuestra tierra.
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*Publicado el sábado 14 de agosto de 2010, en el diario Síntesis de Hidalgo, sección VOX.
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