Varavara Rao
Versión de Abraham Chinchillas
Más pronto que tarde regresaremos
a las habitaciones de las cuales emergimos.
La tierra de tu infancia es la tierra
mía, aunque parezca que vivimos
en dos países distintos. Tú eres un poeta
peligroso en el tuyo. Estoy tratando de volverme uno. En cada
república habrá algunos que caminen hasta
el agua con chalecos salvavidas y pan, mientras otros
llevan a los soldados a las trampillas del sótano. Te pones de pie
en la orilla, golpeando un tambor. Hay quienes dicen que has estado
allí por sesenta años, batiendo, batiendo.
Señor, ¿está bien abrigado? ¿Acaso los cuervos le traen las
últimas noticias terribles? Las turbas transportan cuerpos, desde más allá
de las fogatas, con hojas clavadas en los ojos y las gargantas
llenas de polvo. Debes saber que ha habido un incumplimiento. La
cortina no está hecha de hierro. La descendencia de sus arrestos ha
formado su propio partido político en prisión y están diseminando
pensamientos rebeldes como un virus refrescado después de un descanso de verano.
Debemos consolidarnos mientras quede oxígeno. Vendrá
un día cuando nos reunamos en un patio para una foto
histórica, y denunciemos a los peones, los recuadros negros y
blancos, los caballos y las torres. A todos menos
a los ladrones. Ya no será posible decir
tu patria no es mi patria
porque no se habla inglés.
Las lenguas que amamos serán
arrojadas a una zanja. Un país
olvida cuantos países
ha sido. Nada es gentil
acerca de la memoria. El cielo
habla en un aullido, el pasto
susurra de vuelta. Nosotros
ya estamos
hincados.
¿Qué más
podemos
hacer excepto
resistir?